Texto de Henrique Menezes
Implantada en un barrio residencial en Sorocaba, esta residencia marca un horizonte local por su volumetría.
Compuesta por dos volúmenes sobrepuestos, la casa se deriva de la intención de liberar la área posible para los espacios de estar y dar fluidez en su ocupación. Para dinamizar el proyecto, la planta superior fue destacado del volúmen inferior haciendo que la mitad de la residecia pareciese flotar en el terreno.
Con la intención de garantizar la afluencia de iluminación y ventilación natural, el proyecto cuenta con grandes aberturas en las fachadas y en la cobertura, y que contribuyen también para la composición de sus fachadas principales. En el terreno, la sala de estar puede ser totalmente abierta al jardín por paneles correderos de vidrio, creando una extensión de la casa para su exterior y haciendo que sus ambientes se entremezclen. Para garantizar la privacidad de los ambientes íntimos, en el piso superior las aberturas son protegidas por persianas de madera pintadas de blanco, más allá del vidrio en la cara interna.
Los arquitectos priorizan la riqueza espacial. En cuanto a las materialidades, las paredes interntas y externas son blancas, siendo las internas pintadas y las externas reciben pintura, lo que genera una diferenciación en la textura de los ambientes. Los pisos internos ganan un terminado en granilite y se intermedia el interno con el externo, haciendolo con el jardín para la casa y vice-versa. Las circulaciones verticales y horizontales reciben iluminación natural por la abertura cenital, transformando estos espacios en una pequeña galería de exposición de objetos de arte y de la vida cotidiana. Estos aspectos dieron a la casa un resultado plástico de identidad contemporánea.
Construida en un terreno que mide 7 por 22 metros, la malla estructural fue diseñada de forma de liberar el terreno lo máximo posible, el juego de volumenes resultó en una viga reforzada de hormigón que recorre en equilibrio por toda la lateral de la casa, midiendo 14 metros.